¡Peligro! Radiactividad en el ambiente.
Disponiendo de pequeños ejemplares de minerales radiactivos es posible con poco gasto repetir una experiencia fascinante, semejante a aquélla que por primera vez demostró la existencia de la radiactividad.
En el año 1896, el célebre físico francés Henri Becquerel noto que las sales de uranio tenían la extraña propiedad de impresionar las películas fotográficas sin que aparentemente ningún otro estímulo fuese en ningún modo facilitado al material sensible.
De estas históricas experiencias procede la física nuclear, por obra de los esposos Curie y de numerosos otros científicos.
Cómo rehacer el experimento.
Para repetir esta experiencia es necesario, ante todo, obtener un ejemplar de mineral radiactivo, para este fin son particularmente atractivos los ejemplares más bien planos (mejor si están seccionados), con zonas marcadamente más o menos ricas en minerales radiactivos, de modo que tengan un cierto contraste con las verdaderas partes de la fotografía.
No es necesario que el ejemplar sea rico en minerales de uranio, o de torio, pero es importante que éstos no estén dispersos en innumerables partículas pequeñísimas. Se precisa una hoja de papel de periódico en blanco y negro sobre la cual se puede apoyar en la oscuridad el mineral (a veces puede ser útil poner entre el mineral y el papel un trozo muy fino de plástico para preservar el material de abrasiones o acciones químicas del mineral que podrían confundirse con los efectos de la radiactividad).
Taparemos todo con un papel negro, dejándolo durante una semana en un lugar tranquilo. Al abrir el papel nos sorprenderemos al ver una serie de manchas y de venas que corresponden a una verdadera radiografía del mineral.
A parte de los efectos curiosos de estas fotografías, estas experiencias pueden ser útiles para revelar en un determinado ejemplar radiactivo cuáles son los cristales verdaderamente radiactivos y verificar, por tanto, la distribución del uranio y del torio dentro del fragmento.
Algunos logran con estos experimentos distinguir la acción del uranio de la del torio. De hecho, ya que el efecto en estas radiografías deriva de los rayos alfa y, por tanto, al menos en gran parte, de núcleos de helio emitidos por elementos radiactivos a grandísima velocidad, se da el caso que en la cadena de transformaciones radiactivas que derivan de la desintegración del torio, un isotopo denominado torio-C, emite partículas alfa extremadamente veloces y penetrantes.
Por tanto, utilizando fragmentos muy finos de plástico del mismo tipo y midiendo los resultados se puede llegar a realizar un esquema diferencial que permita pasar los rayos alfa del torio-C, frenando todos los demás. Esto permite, sobre esta base, distinguir la actividad en los minerales, debida al torio de la actividad debida al uranio.
ENCICLOPEDIA LOS MINERALES, Ediciones Nueva Lente, página 646
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