La posibilidad del coleccionista de aumentar sustancialmente su colección está muy relacionada con una serie de iniciativas a nivel coleccionístico. Estas son, sobre todo, las bolsas mineralógicas, es decir, las reuniones a nivel nacional o internacional que facilitan los cambios o las ventas y compras. En estas reuniones existen una especie de mesas o incluso verdaderos y propios stands donde cada uno puede alquilar un lugar para exponer su material.
Los tipos de bolsas.
Entre las bolsas se pueden distinguir dos principalmente: aquellas en las que están permitidos solamente los cambios y está prohibida cualquier tipo de compraventa, y las otras, en las que, por el contrario, está permitido todo tipo de intercambio.
Estos matices proceden, generalmente, de distintos modos de ver el problema, algunos de los cuales quieren evitar cualquier forma de comercio, considerando que el coleccionismo es una actividad de tipo cultural y recreativo; además existe también la posibilidad de comercializar en exceso la propia concesión de los locales, cuando para muchos no se trata de hacer reuniones comerciales, sino culturales.
Visitar una bolsa o convención de minerales es, sin lugar a dudas, interesante no sólo para los expertos coleccionistas, sino para los principales e incluso para los profanos. Se ven, de hecho, juntos muchos ejemplares expuestos que dan una idea de lo apasionante que es la mineralogía. De hecho, aquellos que no están todavía inmersos en esta actividad coleccionística no saben que los ejemplares de los museos están más allá de las posibilidades del coleccionista medio y, por otra parte, no tienen mejor lugar para observar los ejemplares que, salvo habiéndolos visto en alguna colección de algún amigo, se desconocen.
Por el contrario, observando los elementos en estas reuniones se puede tener una idea concreta de lo que se puede obtener sin demasiado pesimismo u optimismo, valorando las propias posibilidades.
Las cotizaciones de bolsa de los minerales.
Algunos están bastante convencidos de que los precios de los ejemplares expuestos en los muestrarios son superiores a los verdaderos precios del mercado. En efecto, esto sucede con cierta frecuencia en las exposiciones extraordinarias, precisamente porque el comerciante debe resarcirse de los gastos que le ha supuesto la preparación de la exposición.
En las grandes convenciones, sin embargo, esto no siempre es verdad, por varias razones. Ante todo, porque en una gran exposición los ejemplares tratados son muchos, y las compras se reparten en un considerable número de ventas; en segundo lugar, la presencia de numerosos expositores tiende a estabilizar los precios en su valor efectivo. Además, a menudo los comerciantes que van a las exposiciones no solo venden, sino que también compran y, por tanto, este factor hace reducir los precios de origen.
Todo lo que se ha dicho hasta ahora tiene claras excepciones. Por ejemplo, no todas las exposiciones tienen precios altos. Existen muestras que proceden de las proximidades de grandes localidades y que se trate directamente con el buscador del lugar, que de primera mano ofrece cuanto ha encontrado.
En esencia, y resumiendo, se puede decir que cada exposición mineralógica debe ser visitada, aunque sólo sea para ver los ejemplares expuestos, para quien desee verdaderamente comprar un fragmento o fragmentos de varios ejemplares se recomienda visitar las grandes exposiciones o las que se desarrollan en las grandes localidades que se encuentren próximas a importantes yacimientos.
Es preciso evitar la compra en general de:
1) elementos ofrecidos por un solo expositor que viene de lejos o no se le conoce especialmente bien, o bien que no sea digno de confianza.
2) los fragmentos ofrecidos de una localidad célebre desde un punto de vista mineralógico que hoy está exhausta o agotada.
El segundo punto es tan importante que podríamos decir que es esencial. De hecho, las muestras de estos ejemplares alcanzan precios vertiginosos en el lugar de origen, precisamente porque los coleccionistas o buscadores de negocios y minas creen, cuando las encuentran, que van a hacer un magnífico negocio al comprarlas, siempre a buen precio de mercado, a veces si la localidad está agotada existen considerables engaños con los minerales, que, aunque se ofrezcan a precios razonables en el lugar son considerablemente altos, teniendo en cuenta su verdadera naturaleza.
Los cambios.
Generalmente las mismas cautelas que hemos mencionado deben tenerse en cuenta y quizá con mayor énfasis en los intercambios. Sin embargo, para muchos coleccionistas existen prejuicios de que comerciar con los minerales debe prohibirse y por tanto, sólo es licito el intercambio en especies. Puede ser, desde luego, bastante importante el intercambiar solamente fragmentos de interés científico o de escaso valor estético y, por tanto, comercial, pero es preciso poner cuidado porque el propio mercado de los intercambios es más difícil y peligroso, sobre todo cuando, no existiendo precios, no todos conocen totalmente el valor de las cosas que dan y de lo que reciben.
También en estos casos rige el principio de evitar el negocio fácil, puesto que estos no existen casi nunca, y de tratar, por el contrario, sólo con quien se conoce personalmente y tiene buena reputación.
ENCICLOPEDIA LOS MINERALES, Ediciones Nueva Lente, página 773
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