Atlas de Mineralogía

Al iniciar la redacción de este Atlas de Mineralogía, hicimos el firme propósito de que no resultara únicamente una colección más o menos afortunada de fotografías de minerales, sin otro interés que el meramente expositivo, sino que su contenido respondiera a las necesidades de una obra elemental, pero moderna, de Mineralogía. Hemos intentado substituir el equivocado concepto de que una obra de este tipo debe ser una mera descripción, sin muchos detalles, de un conjunto más o menos numeroso de minerales, por la idea, en la que creemos totalmente, de que un libro elemental debe ser comprensivo, pues está destinado a mentes no versadas en su contenido, pero al mismo tiempo tiene que ser actual y exacto en sus conceptos fundamentales. No hay peor enemigo del estudiante o del profano interesado en conocer, que exponerles ideas anticuadas, las cuales posteriormente tendrán que desechar con la desagradable sensación de haber perdido un tiempo precioso en el estudio de estas últimas. Es por estas razones y siguiendo las conclusiones de la reunión de Profesores americanos de Mineralogía (1956): «un libro elemental debe ser exacto, moderno, comprensivo, escrito claramente y de costo razonable», por lo que se introduce la visión de la construcción intima del mineral, su estructura cristalina, y la de su posición geológica, su manera de yacer, o sea las características de sus depósitos. Al mismo tiempo, la última condición ha fijado el límite máximo de láminas de que podíamos disponer, habiendo sido trabajo laborioso reducir texto y grabados al volumen preciso.

Estando destinada la obra al estudiante de los últimos cursos de bachillerato, con la pretensión de que le sea una ayuda en sus primeros balbuceos universitarios, así como al público ávido de conocer los pilares elementales que constituyen la corteza de nuestro planeta, hemos reducido la Cristalografía al mínimo indispensable, con el fin de no sobrecargar el libro de conceptos áridos y difíciles, por no decir imposibles de simplificar. El resto de la obra se ha distribuido de acuerdo con la clasificación mineralógica adoptada en el Tratado de Mineralogía de Klocmann y Ramdhor, traducida al español por el que fue Maestro inolvidable, D. Francisco Pardillo.

Todas las intenciones expuestas hubieran quedado inéditas sin la entusiasta ayuda de D. Joaquin Folch Girona, que nos permitió fotografiar los ejemplares de su magnífica colección de minerales, y del Prof. San Miguel, que autorizó la reproducción de los del Museo Municipal de Geologia de Barcelona, así como la eficaz colaboración de D. José M. Thomas Doménech, en el transcurso de la obra. A ellos expreso mi más profundo agradecimiento.

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